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Diciembre 04, 2019 11:55 hrs.

Raúl García Araujo › AquiEdomex

Gobierno ›


La ministra número 11 será Ana Margarita Ríos Farjat. La presencia de Ana Laura Magaloni Kerpel y Diana Álvarez Maury sólo servirá para legitimar un proceso, igualito que los de antes de la 4T, y una decisión preconcebida.

Sin querer y mucho menos sin pretender, Ana Laura Magaloni será la que más sirva en este propósito. El haber sido seleccionada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para conformar la terna que envió al Senado de la República, de la que emanará la ministra faltante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue una jugada magistral del jefe del Ejecutivo.

La inclusión en esa terna de una mujer, figura controversial, crítica de los gobiernos en turno, independientemente del color partidista, aunado a lo bien vista que es por el círculo rojo del país, hace ver un proceso limpio, diferente al de priistas y panistas.

Aparenta ser un proceso en el que los senadores de Morena y aliados decidirán libremente, sin la existencia de una línea marcada desde el Olimpo, tal y como sucedía desde la época en que los tres sectores del PRI se pronunciaban, pero a favor de quien dictara el jefe del Ejecutivo.

O en la época moderna, en la que los representantes populares del PRI o el PAN (diputados o senadores), no movían una sola rama del árbol sino hasta que les llegaba la línea.

Nada más alejado de la realidad. Igual que antaño la línea es que sí hay línea. Fuentes de la 4T consultadas por En Corto confían que Magaloni no pasará más allá de haber sido incorporada en la terna, lo cual, consideran, de suyo es un logro mayúsculo para la eterna aspirante a Ministra de la Suprema Corte.

Con los gobiernos del PRI y PAN, apenas logró ser mencionada en sus espacios en los medios de comunicación, como posible aspirante por la corriente del círculo rojo, entre quienes figuran algunos políticos, intelectuales, politólogos y periodistas.

La otra razón, la fundamental, por la que Magaloni Kerpel no rebasará la línea de la terna de suspirantes es porque Andrés Manuel López Obrador decide todo, y todo es todo.

Podrá escuchar opiniones o sugerencias de sus colaboradores, de quienes presumen ser de su círculo cercano, o de quienes se jactan de ser sus amigos, pero al final de cuentas él ya decidió, en la soledad de sus reflexiones, o en compañía de su última consultora del día, pero primera por el poder que detenta, su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller.

Y es que esta ficha no la soltará el presidente de la República. Él sabe qué tan importante es tener el control de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para lograr consolidar lo que él denomina la Cuarta Transformación del país, pero también, cosa no menos importante, para evitar un eventual golpe no de Estado, sino un golpe Judicial, como el que derrocó al expresidente de Paraguay, Fernando Lugo.

El presidente de la República no ha soltado ninguna de las posiciones que ha tenido para impulsar a los suyos, o a otros por otras razones; no lo ha hecho con las posiciones que ha tenido antes, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación donde ubicó a los Ministros Juan Luis González Alcántara Carrancá y a Yasmín Esquivel Mossa

Tampoco en en el Tribunal Superior de Justicia Administrativa donde intenta llevar como magistrados de la Sala Superior a Eber Betanzos Torres, Alfonzo Pérez Daza y a Natalia Téllez Torres, quienes ya fueron propuestos ante el Senado.

Y como ya fuimos testigos, ni siquiera suelta los organismos autónomos como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, donde impuso a toda costa, través de la mayoría de Morena y algunos aliados, sin importar el costo en términos de imagen pública, a Rosario Piedra Ibarra.

O al otro también cuestionado Ángel Carrizales, como titular de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente, tras haber sido rechazado en cinco ocasiones por el Senado de la República para desempeñarse en órganos reguladores del sector energético.

Para lograr la imposición de sus piezas clave en organismos importantes, sin mayores sobresaltos, salvo el escándalo provocado por el PAN en el Senado por la votación en la que se ungió a Rosario Piedra como presidenta de la CNDH, el titular del Ejecutivo negoció otras posiciones, a través de sus personeros, uno de ellos Julio Sherer, nos confían nuestras fuentes.

A saber, los puestos de magistrados anticorrupción de la Sala Superior del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, los recién ubicados Eber Betanzos Torres y Alfonzo Pérez Daza, han sido vinculados a los presidentes Felipe Calderón Hinojosa y a Enrique Peña Nieto.

Por las manos de estos personajes pasarán las denuncias que han sido levantadas ante la Función Pública.

Y la última razón por la que Ana Margarita Ríos Farjat será la Ministra número once de la Suprema Corte es porque goza de la confianza y amplia simpatía de la pareja presidencial, en particular de la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller.

En tal virtud aquello de que la línea es que no hay línea, es un atractivo elemento discursivo.

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