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Enero 24, 2023 13:11 hrs.
RICARDO SANHER › AquiEdomex
Gobierno ›
A la distancia de 112 años de ser inaugurada la Universidad Nacional de México por el entonces presidente Porfirio Díaz (el 22 de septiembre de 1910), y a 101 años que José Vasconcelos acuñara esa célebre frase que encierra tanta dignidad, tanta fuerza, tantos valores, ’Por mi raza hablará el espíritu’, la máxima casa de estudios no se había enfrentado a los ataques con tanta virulencia e impunidad por parte de un gobierno federal, que por defender a unas de sus piezas clave en el engranaje para hacerse del control de uno de los Poderes de la Unión, está dispuesto a echar por tierra toda esa ilustre tradición universitaria.
A lo anterior la dirigencia de la UNAM no le ha opuesto mucha resistencia, para un amplio sector de mexicanos el rector ha sido permisivo con los ataque provenientes de la Presidencia de la República, se desconoce si porque en realidad los estatutos de la máxima casa de estudios no contemplan sanción alguna a esa infracción o porque de alguna manera le temen a las represalia por parte del Poder Ejecutivo.
Citando al clásico: ’A mí no me vengan con que la ley es la ley’, tampoco es creíble que no haya una sola palabra para sancionar a quien copie una tesis, trámite esencial para la titulación, porque de ser así imaginemos cuál es el mensaje que se le estará mandando a las futuras generaciones aspirante a un título universitario: plagia o copia la tesis, al fin y al cabo no te sancionarán y obtendrás tu título profesional.
Esto en referencia al sonado caso de la magistrada Yazmín Esquivel Mossa, quien plagió una tesis para poder obtener su título como abogada. En sí mismo el caso es escandaloso y denigrante porque aparte es de todos conocido que cuenta con el respaldo del Presidente López Obrador, ya que el esposo de esta ’magistrada’ es nada menos que José María Riobóo, contratista de cabecera del Presidente.
El plagio de la tesis que presentó la magistrada para titularse está más que comprobado y aunque por parte de Presidencia han hecho muchos malabares para quitarle reflectores, la comunidad académica se ha pronunciado por una sanción ejemplar a este hecho ilícito, pero todo ha quedado ahí y sólo han atinado a aventarle la pelotita a la Secretaría de Educación Pública, instancia que, se sabe, no irá contra los designios del gran tlatoani tabasqueño y muy seguramente le apostarán a la flaca memoria de los mexicanos.
Señor Presidente, ya es demasiado vergonzoso que usted se haya tardado 14 años en cursar la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública, y logrado un nada honroso 7.8 de promedio general, como para que proteja a una, no se sabe si llamarla ’abogada’, que plagió una tesis para titularse. ¿Será acaso que la ’amistad’ con el esposo de Esquivel Mossa pesa más que toda la tradición de la Universidad Nacional Autónoma de México? ¿O será tanto su rencor hacia esta casa de estudios porque no le dieron mención honorífica en su tesis por su bajo promedio? En todo caso debe sonar más fuerte que nunca el lema: ’Por mi raza hablará el espíritu’.
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