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Marzo 09, 2020 22:40 hrs.

RICARDO SANHER › AquiEdomex

Derechos Humanos ›


Llama poderosamente la atención un documento emitido y firmado por un grupo de valiosas mujeres novelistas, cuentistas, poetas, dramaturgas, ensayistas, guionistas, traductoras, editoras, periodistas, columnistas, reporteras, directoras de orquesta y de cine, y actrices, en el que contaron una historia de una mujer para plasmar y dejar en claro la cruda realidad por la que las mujeres mexicanas han tenido que navegar a contracorriente en una sociedad a todas luces machista.
Al contar esta historia, retratan de manera clara, lo valioso e importante que fue el reconocimiento en el Código Penal el delito de feminicidio, porque este flagelo todas las mujeres lo han padecido desde el principio de los tiempos.

Este valioso documento intitulado ’Historia de un feminicidio’, #escritoras contra la violencia de género, cuenta cómo la agresión nace en el seno familiar, tolerado desde los padres que hacen diferencia entre hijos e hijas y el rol que les asignan dentro de la vida familiar. Desde el hermano que agrede a la hermana, escudado en su fuerza física, hasta la madre que pide a la hija que atienda al hermano por el simple hecho de ser hombre. El esposo que agrede a su esposa, que la insulta, golpea, manipula y agrede psicológica, económica y emocionalmente.

El contenido de este documento lleva como finalidad una reflexión: Este flagelo debe enfrentarse desde el seno de la misma familia, se debe regresar a los valores, a los derechos humanos, eso es cierto, pero el Estado tiene la obligación de regular y establecer penas ejemplares a los feminicidas.

Además, con esto dejan en claro una verdad que ningún régimen de ningún partido político ha querido aceptar y, para no hacerse menos, ni esta llamada 4 Transformación lo reconoce. Prefiere desviar los reflectores hacia otra dirección, antes de aceptar que hasta estos días muy poco ha cambiado la situación social, política y laboral de las mujeres mexicanas. A este juego absurdo le entró la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien sin el menor empacho aseguró que en este movimiento del 8 y 9 de marzo hay ’falsas feministas’ (lo que esto quiera decir) que en el pasado buscaron penalizar las decisiones de las mujeres y que ahora se ’subieron a la ola’ de este movimiento.

Incluso la Iglesia le entró a este ’jueguito de declaraciones’ con el padre Solalinde, quien asegura, sin aportar pruebas, que detrás de las feministas va un movimiento pro-abortos o el cardenal y arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, quien asegura que el aborto es peor que la violencia que se ejerce contra las mujeres.

Lo que hace surgir una pregunta: ¿por qué es tan difícil de creer que este movimiento está organizado por mujeres que están hartas de ver que a ningún político le importa de verdad qué les puede pasar en un país que está hundido en la violencia, que sus capacidades intelectuales no son valoradas por el hecho de ser mujeres, que al ser agredidas sexualmente, no son tratadas con el respeto que a pulso se han ganado y muy al contrario, son blanco de burlas y señalamientos por las autoridades que se supone deberían velar por su seguridad e integridad física.

Señor Presidente, no trate de llevar agua a su molino al pretender victimizarse declarando que todos los movimientos sociales son instrumentados en su contra por sus adversarios conservadores. No desvalore de esa manera a las mujeres mexicanas, quienes representan un activo económico muy preciado y de peso específico para el sano tránsito económico del país.

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